jueves, 24 de abril de 2008

LA CIENCIA DEL BIEN Y DEL MAL






LA CIENCIA

DEL BIEN Y DEL MAL

ENSAYO

por

E. JOSE VELASCO SAMPELAYO

ÓJosé Velasco Sampelayo

1º edición, agosto 1.981

2º edición 1.999 Editorial Tetragrama. S. L.

C/ Dr. Zamenhoff, 29, bajo

46008-Valencia (Sapin)

Tel/Fax.: 96 385 98 28 y 96 385 06 91

I.S.B.N.: 84-88523-50-5

Depósito legal: V-2515-1999

Imprenta: Grupo Carducha

Printed in Spain

EL MOTIVO DE ESTE LIBRO

El motivo que tuve para escribir este libro, fue el de tratar de calmar la angustia y resolver las dudas creadas en mi mente infantil, por la absurda y fanática educación religiosa, que había recibido después de la Guerra Civil, a través de los curas, frailes y monjas; los cuales usaron en su beneficio el poder absoluto que en todos los terrenos había vuelto a recuperar en España la Iglesia Católica de manos del Capitalismo, después de la victoria del bando nacionalista, encabezado militarmente por el general Franco,

Esta absurda y cruel educación, sometió sin reservas mi conciencia, mi voluntad y mi vida infantil; pero poco a poco, con el transcurrir de los años y el despertar de la Razón y de la Lógica en mi mente, empecé a comprender que aquellas mentiras y aquellas verdades a medias que me habían dicho, sólo podían sostenerse sobre el ente abstracto de la fe, impuesta por medio de la represión, la fuerza y la crueldad ambiental que nos envolvía, aumentado todo ello por el terror al Infierno que constantemente nos inyectaban a través de sus teorías religiosas.

Con todas esas cosas que acabo de enumerar, la Iglesia Católica, hace siglos que viene lavando o ensuciado el cerebro de las personas desde que nacen hasta que mueren; o bien, hasta que una minoría que cada vez es más numerosa, consigue liberarse de ellas; por lo que llegué a la conclusión de que: La fe religiosa que nos inculcaban, consistía en saber explotar la capacidad que teníamos de creer sus mentiras.

Pero claro, a pesar de ser consciente de que todo lo que me decían no tenía otras bases en las que sostenerse que las que acabo de describir, no era fácil abandonar las prácticas religiosas con las que me habían deformado desde niño, ni alejarse de los que me mentían, - no sólo con sus palabras, sino también y sobre todo con sus obras -, con el único fin de tenerme sujeto a sus intereses; por lo que atravesé un largo período de tiempo, en el que las luchas y las dudas entre lo que creía que debía hacer y lo que me habían enseñado y mandado que hiciera, fue larga, dura y cruel. Y para poder conseguirlo y sentirme realizado y libre, además de leer y estudiar la terrible y brutal historia del cristianismo en general y la del catolicismo en



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