¡Ay!
Mi lamento es el de todos.
El de todos y el de todas.
Espero que no lloréis
Y os dé la risa floja.
Porque yo, siempre que pienso,
Me digo las mismas cosas
¡Ay!
Yo no sé por qué sueñas
Con esas carambolas,
de ensueños y dinero
conquistas y de gloria
Si solamente quieres,
Tumbarte a la bartola,
Bañarte con las nenas,
En la espuma de las olas,
Olvidar graves problemas,
Que en tu vida se amontonan,
Y vivir como un rey moro,
Rodeado de sus moras.
¡Ay!
¿Donde estará ese reino,
De Tumbarse a
¡Ay!
¿Dónde estarán mis nenas?
¡Ay!
¿Dónde estarán mis olas?
¡Ay¡
¿Dónde estará ese rey,
Rodeado de sus moras,
Para poder imitarle,
Tanto al sol, como a la sombra?
¡Ay!
¿De dónde vendrán los sueños,
ue tanto nos ilusionan,
Que nos prometen los cielos,
Y no nos dan ni la hora?
¡Ay!
¿Lo sabe usted buen señor?
No. ¡Ay!
¿Lo sabe usted mi señora?
Tampoco. ¡Ay!
Creo que los sueños nacen,
De un afán que nos desborda,
Y se acaban casi siempre,
Con el fulgor de le aurora.
Cuando llegará mi hora,
para tumbarme a la sombra,
Con mis nenas, con mis olas,
Y mi hermosa carambola,
En el fondo de mi andorga?
¡Ay!
¿Lo sabe usted buen señor?
No. ¡Ay!
¿ Lo sabe usted mi señora?
Tampoco. ¡Ayyyyyyyyyyyyy!
Y digo y repito, ¡Ay!
Porque nadie sabe nada
De esas cosas,
Por eso sigo soñando.
Con las nenas, con las olas,
Con olvidar los problemas
Y tumbarme a la bartola,
Y conque el día menos pensado,
Mis sueños,
Consigan su carambola
¡ Ayyyyyyyyyyyyyyyy!
Por José Velasco= El Gran Amunaki